lunes, 18 de octubre de 2010

by Transmission


EL RACIONALISMO
Sin duda, el vocablo más utilizado en  el siglo XVIII en literatura, filosofía y ciencia, es el de “racional”. Se da enorme importancia a la razón: el hombre puede comprenderlo todo a través de su inteligencia. Este racionalismo llevó a la lucha contra las supersticiones, por eso en este siglo termina la denominada “caza y quema de brujas”.
En el campo de la religión, la postura racionalista hizo que apareciese el deísmo: la mayor parte de los ilustrados son deistas, que afirman la existencia de un Dios creador y justo, pero consideran que el hombre no puede entrar en contacto con la divinidad, y por tanto no sabe nada de ella. 
CREENCIA EN LA BONDAD NATURAL DEL HOMBRE
Los filósofos de la época piensan que el hombre es bueno por naturaleza o puede llegar a serlo.
El hombre del siglo XVIII piensa que la naturaleza es una especie de máquina perfecta que lo hace todo bien.; hay motivos, por tanto, para sentirse optimista. Por otro lado, se considera que la  historia supone la evolución progresiva de la humanidad, es decir, que el hombre con el transcurso de los siglos se va perfeccionando continuamente; así llegará el momento en que se logrará construir la sociedad perfecta, una especie de paraíso en la tierra.
EL DESPOTISMO ILUSTRADO:
A pesar de que los filósofos ilustrados criticaron la política y la sociedad de su época, no pretendieron que los cambios se dieran por la vía revolucionaria; confiaban más bien en un cambio pacífico orientado desde arriba para educar a las masas no ilustradas.
El temor a la innovaciones sustituido por una creencia en la posibilidad de alcanzar un futuro mejor, no por un cambio súbito, sino por una paciente labor educativa y legislativa, para la cual se necesitaba la colaboración de los ilustrados, cuyas ideas no constituían un pensamiento meramente especulativo, sino se convertirían en programas de gobiernos y se llevarían a la práctica.
 
REPRESENTANTES DEL "DESPOTISMO ILUSTRADO
FEDERICO II DE PRUSIA: Con el propósito de robustecer al Estado prusiano, Federico el Grande alentó la difusión de las ideas de la Ilustración y convirtió a la corte del palacio en el centro del absolutismoilustrado. El también llamado "Rey Filósofo" manifestó una constante admiración por el pensamiento de los ilustrados franceses.
MARÍA TERESA Y JOSÉ II DE AUSTRIA: María Teresa (1.740 – 1.780) fue una soberana muy religiosa, quien orientada al conservadurismo, gobernó con un estilo paternal y promovió reformas de alcance limitado. En cambio su hijo menor y sucesor, José II (1.780 - 1.790) fue uno de los más característicos representantes del absolutismo ilustrado. Su corto reinado estuvo pleno de atrevidas innovaciones y, sobre todo, de pensadores opuestos a la supremacía de Roma en materia de organización eclesiástica. Una de las reformas más trascendentes de José II fue la supresión de la servidumbre de los campesinos en todos los estados del territorio, que permitía a estos abandonar libremente sus tierras, los campesinos no estarían ya obligados a la prestación del trabajo ni al servicio doméstico y no necesitarían permiso para contraer matrimonio. José II pretendió uniformar bajo las mismas normas a todos los pobladores de aquel Estado multinacional y, al hacerlo, hirió tradiciones muy arraigadas y creó inconformidad.
CATALINA LA GRANDE DE RUSIA: (1.762 - 1.796) Durante el reinado de Catalina se destacó la reunión de una asamblea de diputados representantes de todos sus dominios, que redactaron cuadernos de peticiones entre las que se contaba la abolición de la servidumbre.
CARLOS III DE ESPAÑA: (1.759 – 1.788) Se rodeó de un reducido grupo de ilustrados que, junto con los ministros del rey, de manera particular Pedro Rodríguez de Campo manes y después con el Conde Floridablanca, decretaron algunas reformas (entre ellas las llamadas "reformas borbónicas", que afectaron a las colonias de ultramar), con el propósito de hacer más eficiente la administración del Estado.

Las principales características del despotismo ilustrado son las siguientes:
1. Conseguir un sistema político y administrativo centralizado.
2. Reforzamiento y modernización de los ejércitos y de la marina.
3. Regalismo, es decir intervención en los asuntos religiosos.
4. Reformas económicas: supresión de trabas al libre comercio, dignificación de oficios, nueva fiscalidad más racional, fomento de la agricultura, y de las manufacturas.
5. Política de beneficencia.
6. Fomento de la educación en todos los niveles.
Bien es cierto que todas estas reformas, sin llegar a ser algunas muy importantes, no trastocaron los pilares sobre los que se asentaba la sociedad estamental y el Antiguo Régimen. Por muchas críticas que se hicieran desde los ilustrados a la irracionalidad del orden social y económico, ni el uno ni el otro sufrieron transformaciones profundas. Estos cambios solamente se pudieron hacer cuando estalle el ciclo revolucionario. Es más, muchos de los cambios se frenaron en los distintos estados europeos cuando la mecha de la Revolución Francesa se prendió.